Noticias del frente: El blog de Félix Sotomayor

GRAN TORINO



Vaya tela. Durante el último mes, había escuchado lo típico en los típicos sitios, que "Gran Torino" estaba muy bien, que era un peliculón, que si era de imprescindible visionado y tal. Que no era una obra maestra, y no estaba a la altura quizá de otras de sus producciónes, pero que dejaba el listón muy alto siendo posiblemente la última aparición de Eastwood delante de las cámaras. De modo que por fin este sábado fuimos Luis y yo a verla, aún temiendo que fuera un dramón a los que nos tiene acostumbrados el realizador en los últimos años...

¿Dramón? Nada más lejos de la realidad. Buaffff. Menuda película, madre mía. Sin duda alguna, el momento de mayor satisfacción cinematográfica que he tenido en lo que va de año. Ni Button, ni el millonario, ni Watchmen, ni ná. Walt Kowalski es EL PUTO AMO. Tanto como el actor que lo encarna y el tipo que lo ha creado y dirigido. Dicen que no está a la altura de "Million Dollar Baby" o "Mystic River". Yo digo, one mójon. Yo no se la peña, pero a mi me gusta ir al cine, aparte de para ver una buena peli si se puede, para pasarlo bien. Pasarlo bien (en el sentido ligero del término), factor para mí imprescindible a la hora de salir con un pedazo de sensación de gusto del quince de una sala de cine, y factor que muchas veces parece poder obviarse en favor de otros muy diversos. Me explico: todas las últimas producciones de Eastwood son muy buenas películas, y la mayoría me gustan. Pero, cojones, bien bien no se pasa. ¿Qué cabrón sádico lo pasa bien bien al ver "Million Dollar Baby"? ¿Qué sensación de buen rollo (que no gusto) deja "Mystic River" en el espectador? ¿Y los Iwo Jimas? Son grandes producciones, sí, pero te meten un malrollismo en el cuerpo que cuesta despegar. "Gran Torino" es todo lo contrario. Puede que no llegue a tener la intensidad y carga emocional de las anteriores, pero se queda uno de puta madre cuando vuelve a casa. Sin duda, yo soy de los del Eastwood cachondo. Y no me jodas que con los tiempos que corren no mola estar un rato con una auténtica sonrisa de placer en la cara. Ya tenemos suficiente drama en lo alto como para tragarnos más.

-¿Qué coño está pasando aquí?- dijo el hijodeputa de su vecino apuntándote a la jeta con un M1 de la guerra de Corea.
-Que me acabo de jiñar- respondió.

En fin, paso a contaros un poco (sin destripe excesivo esta vez) la trama:

"Gran Torino" arranca en el funeral de la mujer de Walt Kowalski, típico viejo carcamal patriota-reaccionario veterano de Corea con banderita USA en el porche. Sus hijos son unos soplapollas que tienen sus vidas hechas y pasan de él, y sus nietos son aún más soplapollas que los hijos. Su vida queda pues reducida a sus cervezas, su jardincito, su perra, su Ford Gran Torino y su M1 Garand. Para más inri, su barrio se ha llenado hasta los topes de inmigrantes de diversas etnias (chicanos, negros, orientales) a los que Walt no puede ni quiere ver, especialmente a sus vecinos de al lado, una familia de etnia hmong. Sin embargo, una serie de acontecimientos relacionados con bandas callejeras, harán que Walt entre en contacto con la familia Lor, especialmente con la hija mayor, Sue (papelón de Ahney Her, que se sale) y a partir de ahí comenzará su viaje hacia una lógica apertura de mente, y hacia la comprensión de que sus vecinos (antes "yemas de huevo", "jamong", "caras de pomelo" y cosas similares), no son sino personas iguales que él. No iguales, son bastante mejores personas que él, lo que le lleva a empatizar con ellos, a ayudarles e incluso a sentir cierta "obligación" de protegerlos (especialmente al chaval, Tao "AtonTao"). Estos factores nos llevarán a un final que se ve venir desde bastante antes de que ocurra, por ser el único posible. Aún así, me parece magnífico y para nada dramático. No como en M.D.Baby, al menos.

Jubilación anticipada para Enrique Mújica y José Chamizo. Clint Eastwood es el nuevo Defensor del Pueblo.

Por la vida de Walt deambulan otras personas además de los Lor. Aparte de sus hijos y nietos, tenemos al párroco local, un joven al que Walt define algo así como un "virgen de 27 años que no sabe nada de la vida, y al que le gusta coger de la mano a las viejecitas y prometerles la eternidad". Precisamente este personaje sirve para introducir esos conceptos en la película, la vida y la muerte, así como para sacar a relucir el eterno enfado de Kowalski (y de Eastwood) con Dios. La relación con el padre nos proporcionará algunos momentos realmente memorables (ejemplo: "Padre, vengo a confesarme" - "¿Que has hecho Walt? - "Nada, Pater. Tranquilícese" - "¿Qué vas a hacer?" - "....emhhh, Padre.... ¿me va a confesar o no?"). También se rodea Walt de otra serie de secundarios que se agradecen de verdad, entre los que destaca para mí el peluquero (John Carrol Lynch). Macho, hacía tiempo que no disfrutaba en una escena TANTÍSIMO como en la que lleva a Tao a la peluquería al son de "ven atontao, te voy a enseñar como hablan los hombres de verdad, a ver si pillas algo". Por último, tenemos a los integrantes de bandas, que están doblados que parece un loquendo de esos. Que cosa más rara de doblaje, tío. Aparte de las voces, los pandilleros cumplen su función de tocapelotas "que se encuentran con alguien a quien no deberían haber jodido" (frase textual en la escena de los negros y el jodido irlandés lechoso, que es i-m-p-a-g-a-b-l-e... "¿Qué tramáis, morenos?". Descojonante).

¡Hermano, te ha apuntado con el dedo y te has acojonao!

Sin embargo, el personaje de Walt se come el resto de película, y no parece estar hecho a la medida de Eastwood, para sentarle como un guante. No lo parece, lo está, y quizá hasta se note demasiado. Sin ir más lejos se pasa el primer cuarto de hora de peli a base de miradones perdonavidas y de gruñidos, ni una puta palabra. Después, y a pesar del gradual cambio del reaccionarismo ultraracista hacia la... emhhh ¿tolerancia? (si se le puede llamar así), no hay un sólo minuto donde el personaje no suelte alguna perla. No había escuchado en su boca tal cantidad de burradas desde "El sargento de hierro". Pomadita güena.

En definitiva, puede que "Gran Torino" no sea la obra cumbre de Clint Eastwood (para mí es una de ellas). Puede que no sea la película del año (para mí es una de ellas). Puede incluso que flaquee en ciertos aspectos del guión, etc. Pero una cosa está clara. Es de lo mejor que ha pasado por la cartelera este año, y sería imperdonable que os la perdiéseis, porque es una joyita. Y una cosa más. Puede que sea la última vez que veamos en pantalla a todo un icono del séptimo arte como es este tipo. El último tipo duro de antaño. Y eso, amigos, eso sí vale 6 euros, si no más.

Un abrazo